República de las obreras
En el periódico “El Mercurio” de Valparaíso, apareció en el año 1887, un artículo titulado “La Reunión de las costureras”, en el cual se anunciaba el nacimiento de la “Sociedad de Obreras N°1”. En la ocasión su presidenta Micaela Cáceres, en una sentida pieza oratoria, definía a sus compañeras como a unas auténticas “Vestales del Trabajo” (sacerdotisas que avivaban el fuego sagrado en la ciudad antigua), quienes buscarían redimirse de la “espantosa miseria”, provocada por “12 o 14 horas de trabajo”.
La aspiración de este conjunto de obreras porteñas, se resumía en las palabras de una de las fundadoras de la Sociedad, Rosa Opazo, quién sintetizó la “triste condición de la mujer obrera”, junto a la impetuosa necesidad de fundar una “República de las Obreras”, en virtud del histórico abandono, el cual “…hasta ahora no ha preocupado seriamente hasta hoi a nadie mas que a nosotras mismas las que por nuestra precaria situación sufrimos el peso abrumador de las injusticias sociales y del abuso en la remuneración de nuestro trabajo…”

Así como el ejercicio del poder y la política en el Chile del Siglo XIX, tuvieron un marcado carácter elitista y masculino, para este grupo de obreras esta “invención” de esta “República”, pretendía revertir esta exclusión definitoria y perjudicial para sus intereses. Sencillamente, a partir de sus propios estatutos y en su salón social, se ocuparon de pensar en el objeto de su sociedad, cuál era el Socorro Mutuo (ante la enfermedad y la muerte); definieron quienes integrarían dicha sociedad como sus asociadas; acordaron un sistema de cuotas y subsidios; se brindaron su propio régimen interno, entre otros aspectos relevantes. En el fondo se fijó un gobierno para sí mismas. Un “Cuarto propio”.
Pero más allá de este vínculo societario y filantrópico, tendiente a resolver fines tan atingentes como la enfermedad y la muerte, en esta Sociedad de Obreras, se generó un “vínculo republicano” entre estas costureras, que emplazaron a la Sociedad y al Estado en su conjunto, que no resultaba concebible una convivencia igualitaria y armónica entre sus miembros, si no se resolvían las injusticias, por un sistema de protección social moderno, el que ellas se dieron a la tarea de formar.